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Falsas apariencias





¡Hola, queridos lectores!

Hoy hemos encontrado en uno de los ríos madrileños un pececillo literario muy peculiar. Es un pez muy gracioso, tremendamente erótico, de vivos y vistosos colores ambarinos, ocres y amarillos. ¿Adivináis cual es? Pues estamos hablando de la novela Falsas apariencias de la escritora Noelia Amarillo.



Esta simpática y carismática escritora, la cual se define como “escritora, mama y cristalera... Lo mismo hago un huevo frito, una división de tres cifras, corto un cristal, descargo un camión, escribo una escena super hot o relato un encuentro inesperado... soy multifunción!!!” escribió su ópera prima, Falsas Apariencias, entre abril y Junio del 2009. En enero del 2010- un tiempo récord para un autor novel- la editorial El Tercer Nombre, colección Rachel, se fijó de inmediato en esta obra, y decidió publicarla. Estas son las impresiones de la escritora de aquel mágico momento, dichas con sus propias palabras:



“Recuerdo cuando se publicó mi libro, hace ya seis meses, ufff... yo decía a los chicos que trabajan conmigo: “No digáis nada a los clientes sobre el libro” no por que me diera vergüenza ni nada por el estilo, sino por que me daba yuyu el que le preguntaran a mi padre por la temática (erótica) y que mi padre se pusiera colorado (mira que llego a ser idiota) … joder, cual no es mi sorpresa, cuando me empiezan a llamar clientes, familiares lejanos, amigos de mis padres etc, preguntando por el libro... Mi padre iba diciendo a todo kiski que quisiera oírle (y sino quería oírle también se lo decía) que su hija ¡¡¡había escrito un libro y se lo habían publicado!!! Jajaja... es una idiotez, pero uffff... mi padre es super pudoroso para según que temas y que fuera radiando a todo el mundo que YO había escrito un libro erótico, os lo juro, superó todas mis expectativas, es... el mejor padre del mundo!!”

Después de la publicación, la novela fue ampliamente elogiada y premiada en blogs, webs y foros especializados en novela romántica como Mientras lees, Besos Voraces, El sueño de Alishea, Fronda de Papel, Alice in Wonderland, Mi locura romántica, etc...

“Falsas apariencias” es un libro atrevido, con un lenguaje desenfadado. Una combinación explosiva de humor, escenas picantes y muy subidas de tono. ¿Te atreves a leerlo? ¡Déjate seducir por Luka y “Draculín”!





Título: Falsas apariencias
Autora: Noelia Amarillo
Editorial: El Tercer Nombre- Rachel
Año: 2010
Lugar publicación: España
Páginas: 461
IBSN: 978-84-96693-91-3
Encuadernación: tapa blanda
Precio: 8 euros



Sinopsis:

¿Qué pasaría si C3PO y Drácula se conocieran? ¿Y si se sintieran atraídos sexualmente? ¿Sería sexo intergaláctico, robótico o vampírico? Luka lleva un día de perros, se ha quedado sin gasolina y ha tenido que dar un largo y “agradable” paseo (con tacones, sobre la carretera desconchada, malhumorada) hasta la gasolinera, para colmo de males allí se encuentra con un tipo graciosillo que presencia divertido como ella acaba tirada en el suelo lleno de “fluidos insanos” del aseo. ¡Que tipo más majo! Mas tarde, Luka ya recuperada se presenta en la fiesta de Halloween de su barrio disfrazada de C3PO dispuesta a pasárselo bien. Todo va sobre la seda, hasta que se presenta un tal “Drácula” que no es otro que el tipejo graciosillo del aseo… Luka se propone odiarlo, pero el tipejo despliega todo su encanto, y resulta que ya no es ni tipejo ni graciosillo, sino una persona encantadora y estupenda… y además, es que está más bueno que un queso. ¡Y qué narices! Bajo las placas de metal de su disfraz hay carne, y la carne es débil ¿no?


Y aquí os dejo algunas de las reflexiones de la autora sobre qué siente al escribir:

“Ocupo todas las horas del día (y parte de las de la noche) en asuntos imprescindibles para mí.
Mi trabajo que me da de comer, mi casa en la que vivo lo mas cómodamente posible, mis hijas que me hacen soñar, reír, regocijarme de la vida, mi marido que me hace exasperar y disfrutar a partes iguales, mis amigas con las que me expando y desconecto, mi familia en la que me apoyo… y al llegar la noche, antes de caer rendida en la cama, me siento frente al pc y escribo… lo que se me ocurre, lo que me viene a la mente, lo que sueño, mis esperanzas y anhelos… creo personajes que me gustaría conocer, los meto en situaciones para ver como reaccionan, y les otorgo, cual Dios benévolo, sentimientos, esperanzas y futuro.
Todo esto está en mi mente, y se desborda a raudales en palabras y frases, a veces inconexas, hasta mis dedos, y de ahí a esta maquina llena de duendes malvados que es el ordenador…

Y soy feliz así, creando, imaginando, soñando… y borrando. “

“Escribo sobre gente que imagino, sobre escenas que se me ocurren, sobre sentimientos que creo para mis personajes… quizá tendríais que preguntar a Marcos, Ruth, Alex, Luka, Darío, Ariel, Eva, Dani y cia.
Sinceramente, creo que sería incapaz de vivir si se me prohibiera imaginar, porque la imaginación lo es todo… la promesa de un futuro, la ilusión de una esperanza, la alegría de un momento.

Ya lo dijo Gustavo Adolfo Bécquer; “El El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo”

Y la opinión que tiene Noelia Amarillo acerca de la novela romántica:

“Si me lo planteo un poco más y lo pienso detenidamente, me doy cuenta de que me gusta el género romántico por esos tíos espectaculares, duros con alma de niños, fuertes y suaves, atormentados o viva la virgen, serios con un puntito de humor enterrado muy profundamente… incluso algunos de los protas son hombres casi salvajes capaces de arrancarte la cabeza de un sablazo o de sacarte la sangre de las venas a base de mordiscos… claro que aunque amenacen y gruñan, nunca lo hacen y se convierten por obra y milagro del amor en tiernos corderitos locos por agradar a la mujer de su vida… el que todos, y cuando digo todos es TODOS, sean tipos impresionantes, altos, guapos, con una buena tableta de abdominales, la mirada penetrante y los ojos cambiantes según estén en mitad de un polvo o discutiendo con la futura parienta, también ayuda, para que negarlo… Pero no es sólo por eso por lo que me gusta la romántica. También debo contar que siempre encuentro variedad de estilos donde escoger… tan pronto la protagonista es secuestrada por un malvado (no tanto) y temible (menos todavía) pirata, como pone de rodillas a un duque libertino y prepotente, o se ve inmersa en una lucha entre vampiros buenos y malos… eso por no contar a las brigadas infinitas de SEALS, detectives privados, policías de incógnito, héroes anónimos y multimillonarios con conocimientos de Karate que ni el mismo Bruce Lee en sus mejores tiempos… Puedo elegir entre bailar un vals en Almacks en plena regencia, oír música de gaitas en un castillo de las Highlands, tambores indios en un pueblo del oeste Americano, a Alejandro Sanz en una cafetería de Barcelona, o escuchar heavy metal en una discoteca llena de licántropos y chupa sangres… también puedo partirme de risa con las aventuras y desventuras de una recién convertida en vampira, llorar a lágrima viva por los sufrimientos de una pobre huérfana que encuentra al amor de su vida en un conde altivo y amargado, o reír a mandíbula batiente con la rubia tonta que no lo es tanto y dirige un equipo de deportistas guapísimos a la vez que enamora hasta las trancas al entrenador cascarrabias… en definitiva, cualquier tema es valido, contemporáneo, histórico, medieval, suspense, paranormal… y por supuesto tampoco puedo olvidarme de los polvos apoteósicos que antes o después aparecen en la narración… ñan. Pero hay más… Me gusta leer romántica porque me evado del mundo cuando lo hago, me imagino a mi misma en el lugar de la protagonista, haciendo cosas que sé que nunca haré… incluso voy inventando finales y situaciones (que por cierto, jamás coinciden con las que al final describe la autora jeje) me gusta porque me enamoro invariablemente de los protagonistas, porque en el mundo de hoy en día, tan lleno de guerras, malos rollos, desprecios y crueldades, nuestras novelas me muestran un mundo de ternura y cariño, donde en contra de la vida real, el amor siempre vence.
En definitiva, adoro la romántica, porque me hace soñar.
Pero sobre todo, me gusta leer romántica, porque al hacerlo tengo casi asegurado un final feliz (siempre existe la excepción que confirma la regla). Y eso queridas amigas, para mí es muy importante, saber que pase lo que pase y pese a quien pese, que pesar de las desgracias y sinsabores a los que se enfrentan nuestros protagonistas, a pesar de las complicaciones y conflictos, de los malos entendidos y los malvados, la pareja acabará como en los cuentos de hadas, viviendo felices y comiendo perdices, y eso para mí no tiene precio. “


Os informo que podéis adquirir esta obra en la librería online de “Casa del libro” o contactando con la misma autora en su blog: http://noeliaamarillo.blogspot.com/
¿A qué esperas para tenerla en tu biblioteca?

Y por último, adjunto el book-trailer y el primer capítulo de “Falsas apariencias”. ¿Te apetece tener una experiencia hilarante y... muy, muy caliente?







Viernes 31 de octubre 2008, 17.30h
De: C3PO
Para: R2D2; Pasodestarwars
Asunto: No os lo vais a creer
¿Te acuerdas esta tarde cuando me llamaste al móvil? Pues estaba en el baño de una gasolinera y un idiota empezó a responderme como si hablara con él en vez de contigo...

No se lo podía creer, era el día Hallowen, supuestamente tendría que estar de camino a la fiesta, vestida con un estupendo traje de metal dorado perfecta imitación al de C3PO de la película Star Wars Episodio IV, pero no. Estaba metida en una gasolinera de mala muerte en las afueras del polígono Ventorro del Cano. Su estúpido Clío había vuelto a jugársela. Bueno, a lo mejor no era tanta culpa del coche como de ella misma. Hacía tiempo que sabía que la aguja de la gasolina se quedaba pegada, solo que normalmente calculaba bien. Pero justo hoy se había olvidado, entre el curro, el disfraz y los nervios, se le había ido por completo de la cabeza, y no había echado ni una gota de gasolina...
Resultado: el puñetero coche se había quedado tirado justo entre Montepríncipe y el polígono.
Consecuencias: había tenido que andar durante media hora desde donde estaba el coche hasta el polígono a por una botella de dos litros de Coca-Cola llena de gasolina, caminata de otra media hora de la gasolinera hasta el coche cargada con la puñetera botella, y luego echar la gasolina en el depósito, y como nada podía salir bien, la gasolina no había entrado limpiamente en el depósito y se había puesto perdida del apestoso líquido.
Así que allí estaba ahora, en el servicio de hombres de la gasolinera (el de mujeres estaba averiado, cómo no), el perfecto colofón final al grandioso día que llevaba. Y no es que estuviera muy limpio, qué va... estaba como cualquier aseo de hombres. Olía mal, el suelo estaba mojado de dios sabe qué (bueno, ella sabía de “qué” estaba mojado, pero se negaba a pensarlo) y, por supuesto, no tenía un maldito enganche para colgar el bolso ni la ropa.
No pasa nada, pensó, soy una mujer de recursos. Colgó el bolso del picaporte, bajó la taza del inodoro, se subió a ella, se quitó las medias llenas de gasolina y las colgó de la puerta. Se negaba rotundamente a pisar ese suelo mojado descalza, de hecho también se negaba a pisarlo calzada, pero no le quedaba otro remedio. Y justo en ese momento, con la falda levantada, las medias colgadas de la puerta, mitad por fuera mitad por dentro, haciendo equilibrio subida sobre la taza del inodoro, justo en ese segundo, sonó el móvil.
–¿Sí? –contestó la llamada.
–........... –Hola, preciosa, qué tal vas?
–...........
–Sí, me he enterado, qué putada.
–...........
–En ese momento se oyó abrir y cerrar la puerta de los baños.
–¿Vas a ir a la fiesta de Hallowen?
Ya que me invitas, estaré encantado de ir –comentó una voz masculina detrás de la puerta.
–...........
–Sí, cerca de mi casa.
Me haría falta una dirección más completa –siguió diciendo esa misma voz, que ahora sonaba divertida.
–...........
–Joder, de qué vas... No, no es a ti... sí. En el centro cívico Los Pinos. Donde el Víctor Ullate.
¿El que está en Alcorcón? –comentó claramente divertido el hombre sin rostro del otro lado de la puerta.
–...........
–Joder, serás idiota... –dijo Luka, que entre hacer equilibrios sobre la taza del retrete, asir los zapatos en la mano, sujetar el móvil con el hombro, atender a Ruth que estaba al teléfono y hacer oídos sordos al loco del otro lado, estaba al borde de un ataque de nervios–. No, no es a ti... Perdona. Sí, en Alcorcón, sí. Yo iré de C3PO.
¿En serio? Eso suena divertido. Por cierto, ¿qué hacen aquí estas medias? -De repente las medias desaparecieron de su mitad de la puerta.
–Joder, ¡¡devuélveme las medias!! ¡¡YA!! No, no es a ti. Oye, luego te llamo, sí... no... es un idiota, yo qué sé... ¡Dame la medias! Joder...
Y en ese mismo momento, para dejar sentado que ese no era su día, el inodoro se tambaleó hacia un lado, ella resbaló hacia el otro, el teléfono móvil salió volando y Luka se estampó todo lo larga que era sobre la puerta del aseo, la cual por supuesto no aguantó el golpe, se salieron las bisagras y cayó al suelo. Luka se desplomó sobre la puerta, sin medias, con la falda levantada por encima de las bragas, la camisa descolocada por la caída y el pelo totalmente extendido sobre el suelo mojado de... bueno, de lo que estuviera mojado el suelo. Uno de los zapatos que antaño sujetaba en la mano, hizo un arco perfecto en el aire y acabó cayendo sobre su cabeza, el otro golpeó el suelo con un “Choff” un poco más allá. Mejor no pensarlo.
Unas Nike se acercaron a ella acompañadas de unos pantalones vaqueros bastante gastados que enfundaban unas piernas musculosas y un paquete impresionante. Un poco más arriba una camisa blanca con varios botones desabrochados a la altura del cuello dejaba ver una clavícula marcada y bronceada, sobre la clavícula un cuello grueso acababa en una cara de rasgos afilados, gruesos labios, ojos verdes y nariz importante, enmarcando el rostro del pecado unos rizos rubios tapaban la ancha frente. Los labios estaban abiertos en una gran sonrisa. Una mano apareció en el campo de visión de Luka. Alguien, posiblemente el bromista que contestaba cuando estaba con el móvil, le estaba ofreciendo ayuda. Y seguramente también se estaba divirtiendo bastante.
–¿Te encuentras bien? –dijo la misma voz de antes. Solo que ahora tenía cara... y cuerpo... Un cuerpo divino
Luka miró agresivamente al hombre. Le dio un golpetazo en la mano y se levantó por sí misma.
–Me encuentro perfectamente, gracias.
Cogió sus zapatos y el bolso del suelo, se ajustó más o menos la falda y salió cojeando del servicio. El tacón de uno de sus zapatos se había roto, más concretamente, del zapato que cayó al suelo haciendo “choff”; por lo que se veía su cabeza era más blanda que el suelo. Llegó hasta el pasillo, se detuvo y se dio la vuelta. Volvió a entrar en los aseos. El hombre esperaba sonriente con una mano alzada de la que colgaban sus medias. Luka se las arrancó indignada a la vez que se giraba rápidamente. La puerta traidora se había cerrado a sus espaldas y Luka se golpeó contra ella. Joder. Abrió, salió y llegó cojeando al coche. Quería matar a alguien, más concretamente al hombre que se reía a carcajadas en el servicio. Pero no era cuestión de cargarse a un tipo tan guapo... sería un desperdicio.


De: R2D2
Para: C3PO
CC: pasodestastarwars
Asunto: Re: No te lo vas a creer
Te pasa cada cosa... yo lo hubiera matado. Menudo idiota. Eso sí, daría lo que fuera por una foto tuya de esa guisa tirada en el suelo...
¿Sales ya para el Víctor Ullate? Nos vemos allí.
De: Pasodestarwars
Para: C3PO
CC: R2D2

Asunto: Re:re: No te lo vas a creer
Eso es porque “la fuerza no te acompaña”. Quizá deberías pasarte al “lado oscuro” y dejarte de chorradas. O mejor aún, usar tu “sable láser” para batirte en duelo con el tipo del servicio. Nos vemos en el Víctor Ullate.
De: C3PO
Para: R2D2
CC: Pasodestarwars
Asunto: Ja ja ja
Llevaré mi sable láser al Víctor Ullate y te haré picadillo por lo que has dicho.
Viernes 31 octubre 2008, 21.30h



Tras salir de la gasolinera, humillada, con el pelo mojado de no quería saber qué, sin medias, con un zapato sin tacón y el depósito de gasolina lleno, enfiló directa a casa, se duchó durante más de media hora con el agua más caliente que pudo soportar, se lavó el pelo una docena de veces y tiró los zapatos y la medias a la basura.
Ahora caminaba hacia el Víctor Ullate, vestida con su traje de C3PO brillante bajo la luz de las farolas. Estaba helada. Debajo del disfraz sólo llevaba las bragas, el sujetador y las medias. El traje constaba de unos leggins dorados, un body de licra dorada y muchas cartulinas también doradas imitando el aspecto robótico del androide. Y eso no frenaba para nada el frío invernal que se cernía sobre ella. Para colmo, la maldita máscara de C3PO le aplastaba el pelo y hacía que le picara la nuca. Joder
Llegaba tarde. La fiesta ya había empezado. Vampiresas, brujas, vampiros, frankenstein de pacotilla y demás seres raros inundaban la entrada al centro cívico.
Tenía que buscar a sus amigas... aunque no sería difícil. Una iría de R2D2 y la otra de bruja. Las vio apoyadas cerca del mostrador de información, se reían a carcajadas, imaginó que de ella. Se acercó y dejó que se rieran un rato más. Qué remedio. Charlaron con Nosferatu, rieron con Obi Wan Kenobi y bailaron con un aquelarre de brujos. Estaban a punto de irse para seguir la fiesta en casa de Pili, cuando El Conde Drácula tocó el hombro de Luka.
–No te ha salido muy bien el disfraz, la verdad. No te favorece –dijo un tipo guapísimo con unos ojos verdes sorprendentes.
–¿Qué? –¿Y este menda de qué iba?
–Casi te prefiero sin medias y con la falda levantada. –Le guiñó un ojo.
–¿Qué? Joder. ¡TÚ! Vete a la mierda y déjame en paz –bufó irritada. ¿Qué narices hacía él aquí?
–Vaya modales. ¿Me invitas a venir y ahora me mandas a la mierda? Estoy desolado. Como mínimo creo que merezco un baile. Al fin y al cabo recuperé tus medias.
–¿Qué? No las recuperaste, me las robaste.
–¿Yo? En absoluto. Estaban colgadas sobre la puerta. Cualquiera podía habértelas robado.
–¡Cualquiera no! Tú me las robaste.
–¿Yo? No, sólo las rescaté del olvido.
–¿Pero de qué vas?
–De Conde Drácula. ¿No lo has notado por los colmillos y la capa?
–¿Eres idiota?
–No, soy Conde Drácula –dijo inclinándose en una reverencia tan exagerada que la capa barrió el suelo. Luka no pudo evitar echarse a reír.
–En fin, ya nos íbamos. Hasta luego –dijo mirándole a la vez que giraba hacia sus amigas, que estaban francamente asombradas.
–Qué va, no hay prisa –dijo R2D2 a la vez que le susurraba a Luka al oído–: ¿Este es el tipo del servicio? ¡Está para hacerle un favor! Me alegro de que no lo matases.
–Yo también me alegro. Aunque los vampiros sean inmortales, yo no lo soy –dijo sonriendo.
Luka miró fijamente a Pili alias R2D2; le había dicho mil veces que no susurrara, más que nada porque sus susurros solían ser solo un poco más bajos que un grito.
–Está bien, “que la fuerza nos acompañe”. Nos quedamos –se rindió.
–Entonces este baile me pertenece –dijo él agarrándola por la cintura, sus fuertes manos casi rozándole el inicio de las nalgas.
–Draculín, solo por si no lo has notado: este no es un baile agarrado –comentó Luka dándole golpecitos con el índice en su fantástico brazo recubierto de poderosísimos bíceps. ¡Guau!
–No pretenderás que el Conde Drácula baile hip-hop, ¿verdad? –repuso él tan estirado como un aristócrata de la regencia.
–No, por supuesto –dijo Luka riendo y dejándose llevar.
La verdad es que Drácula estaba como un tren, ya se había dado cuenta en la gasolinera, pero con el enfado no se había fijado en detalle. Ahora, apretada contra él, podía ver esos maravillosos ojos verdes, tan claros como el agua del caribe –seré cursi, pensó–. El pelo rubio medio despeinado cayéndole en ondas hasta los hombros. Los labios carnosos listos para ser besados... ¡mmh!
Charlaron, bromearon, rieron y, cuando la fiesta terminó en el Centro cívico, continuaron charlando, riendo y bromeando en el bar de la esquina. En un momento de la noche, Pili, alias R2D2, y Ruth, la bruja Piruja, desaparecieron. En realidad desapareció todo lo que los rodeaba. Solo había sitio para ellos dos. Las risas y las bromas dieron paso a las miradas y los roces y antes de que se dieran cuenta era tan tarde que el bar estaba cerrando y ellos salían a la calle abrazados. Una vez en la acera, Drácula agarró al robot por la cintura en un apretado abrazo, le arrancó la máscara y bajando la cabeza comenzó a lamer sus labios.
–Drácula, debes estar más borracho de lo que pensaba si a estas alturas de la noche no eres capaz de encontrar el camino hasta mi yugular –dijo Luka riendo y exponiendo su cuello.
Él no contestó, bajó dejando una estela de besos desde sus labios a su cuello y una vez allí se entretuvo mordisqueando y lamiendo hasta encontrar ese punto que la hizo estremecer. Luka se apretó más a él y notó contra su vientre un sable láser hecho de carne que no estaba, nada, pero que nada mal. ¡Caramba! Prometía. Mucho.
Dieron bandazos abrazados estrechamente, muy estrechamente, a lo largo de la calle hasta que de repente Drácula la levantó y la apoyó en el capó de un coche; las cartulinas doradas de su disfraz cayeron al suelo desparramadas y se quedó solamente con los leggins y el body. No sentía ni gota de frío, de hecho tenía bastante calor... en ciertas partes.
Notó las manos de Drácula deslizándose bajo la cinturilla de los leggins, acariciándola sobre la tela del body, buscando desesperadamente el final de éste y el inicio de la piel. Luka abrió las piernas a la vez que con las manos recorría los duros contornos del abdomen siguiendo la flecha de vello que señalaba el tesoro oculto; encontró el cinturón, lo desabrochó, bajó la cremallera de los pantalones, introdujo la mano bajo el bóxer y tanteó (no tuvo que tantear mucho) hasta encontrar lo que buscaba. Lo rodeó con los dedos y apretó ligeramente, ¡vaya!
A luka siempre le habían dicho que tenía dedos de pianista, largos y finos, por lo tanto él no tenía que estar mal dotado porque apenas sí podía abarcarlo. Dispuesta a investigar, deslizó los dedos por todo el tallo, solazándose con su suavidad y tersura.
Drácula jadeó excitado y satisfecho, sus dedos por fin habían encontrado el elástico del body y en esos momentos recorrían perezosamente su piel resbaladiza. El anular se deslizó lentamente por la vulva, extendiendo su humedad hasta acabar trazando círculos sobre el clítoris, mientras con la mano libre acariciaba sus pechos sobre la tela dorada.
Luka sentía el calor expandirse por todo su cuerpo. Oprimía y recorría sin cesar el pene con manos ansiosas, disfrutando de su tersura y suavidad. Entonces él liberó su clítoris dejándolo insoportablemente abandonado y comenzó a bajarle los leggins. Luka se apartó al momento.
–No aquí. Estamos en plena calle –jadeó entre asustada y excitada.
–Vamos a otro sitio. ¿Vives cerca? –contestó él sin dejar de besarla y acariciarla.
Luka vivía justo cruzando la calle, pero ni loca, ni drogada por el sexo como estaba, iba a invitar a su casa a un desconocido al que llamaba drácula porque no sabía siquiera su nombre.
–No, vivo lejos –contestó apoyando las manos en el pecho del hombre intentando poner un poco de distancia, la necesitaba para poder pensar.
–Vamos al hotel que hay en Parque Oeste, tengo aquí el coche –dijo mientras intentaba meterse de nuevo bajo sus leggins.
Luka lo intentó pensar durante unos segundos. Irse en coche con un desconocido a un hotel no era el sumum de la inteligencia, pero por otro lado, joder, Drácula sabía perfectamente lo que hacía –que en esos momentos era colarse en sus bragas y atacar su clítoris–, y el hotel del que hablaba estaba a menos de diez minutos en coche. Demasiado lejos.
–Sé un sitio perfecto. ¿Dónde tienes el coche? –El Clío estaba aparcado en el garaje de su casa.
–Estás sentada sobre él.
–Dame las llaves –él enarcó una ceja, pero al cabo de un segundo quitó la mano de los pechos de Luka y la metió en su bolsillo, cuando la sacó las llaves colgaban de sus dedos.
–Adelante –dijo Luka cogiéndolas.
En ese momento se dio cuenta de qué coche era. Un Kia Carnival, grande y sobre todo muy cómodo, ¡perfecto! Se montó sin perder un segundo y, al tiempo que Drácula cerraba la puerta, arrancó y enfiló hacia la calle Las Hayas.
En menos de dos minutos estaban en un descampado lleno de edificios en construcción. Vacío, oscuro y muy, pero que muy solitario. En esos dos minutos las manos de Drácula habían continuado masajeando su entrepierna, Luka apenas había sido capaz de cambiar de marchas, de hecho habían hecho el corto trayecto en primera. Le mordisqueaba la clavícula, le besaba el lóbulo de la oreja y le acariciaba los pechos con la mano que no estaba ocupada más abajo. Luka no tenía ni idea de cómo había sido capaz de llegar hasta las obras. En cuanto paró el coche –no se molestó en estacionarlo, solo lo dejó parar en mitad de un parking sin luces a medio construir–, Drácula pasó a los asientos traseros llevándola con él, enganchándola sin querer los pies en la palanca de cambios y dejando sus zapatos enredados en el volante. Una vez atrás le quitó los leggins dorados de un tirón mientras mordisqueaba sus pechos por encima del body. Ella por su parte tampoco estaba ociosa, dando tirones consiguió bajarle los pantalones y el bóxer hasta las rodillas, mientras con su boca intentaba erradicar los botones de la antaño impoluta camisa de hombre. Él no tuvo remilgos (al fin y al cabo era su camisa) y, agarrándola, se la arrancó haciendo que los botones volaran por todo el coche. Luka aprovechó para acoger entre sus manos su pene endurecido, acariciar con el pulgar el capullo terso y húmedo, seguir con los dedos las gruesas venas sumamente apetecibles que bajaban por todo su tallo, en definitiva, disfrutar de lo que tenía al alcance.
Impaciente, Drácula rompió el body a la altura de la ingle a la vez que devoraba la boca de la mujer. Ella empezó a masturbarle, al principio despacio, casi reverenciándole, luego más fuerte, rítmicamente. Él por su parte rasgó el cuello del body –dios, le había costado una pasta– y comenzó a morder el sujetador, bajándolo para dejar al descubierto sus pezones enhiestos, haciendo que diera un respingo cuando sintió la húmeda lengua recorriéndolos. Era una sensación divina.
Los dedos masculinos encontraron de nuevo sus pliegues y los abrieron introduciéndose en la vagina empapada, curvó un dedo y comenzó a entrar y salir de ella mientras con el pulgar presionaba sobre el clítoris.
En la quietud de la noche solo se oían sus gemidos desacompasados, su respiración agitada, solo se distinguían sombras en movimiento a través de los cristales veladas por el vaho y el calor que emanaban los cuerpos. Luka estaba a punto de correrse gracias a esos dedos que hacían maravillas en sus entrañas, los dientes trazaban caminos ardientes en sus pechos que, al segundo después, su lengua se ocupaba de refrescar. Ya ni siquiera era capaz de masturbar a Drácula, tanto placer le estaba robando las fuerzas. Él paró súbitamente y se alejó de ella dejándola helada, un gruñido afloró de su femenina y enrojecida garganta, estaba a punto. Drácula buscaba algo en el suelo. Se incorporó bruscamente y se oyó algo rasgarse, el envoltorio de un condón. Joder, maldijo Luka, ni siquiera se había acordado de la protección. Él se lo puso rápidamente, la cogió de los tobillos y se los colocó apoyados sobre sus poderosos hombros, acto seguido la penetró. Estaba totalmente abierta en esa postura y, al sentir su embestida, casi se vuelve loca. Drácula se apoyó en un brazo mientras bajaba el otro hasta su entrepierna, y comenzaba a acariciarla de nuevo a la vez que la penetraba lentamente.
Luka sintió el calor recorrer todo su cuerpo hasta que estalló en su cabeza. Su vagina se contraía contra la verga invasora a la vez que todo su cuerpo temblaba. JODER. Cuando se desvanecieron las sacudidas sobrecogedoras de su orgasmo notó que él seguía duro en su interior. Le miró, él sonreía, solo le faltaban los colmillos para ser Drácula de verdad, parecía un depredador orgulloso de haberla llevado al límite y seguir aguantando. Cuando los ojos de Luka volvieron a centrarse, él comenzó un ritmo lento a la vez que le acariciaba el clítoris de nuevo, ¡Dios!, iba a volver a hacerlo. Bombeaba con fuerza, ella comenzó a mover las caderas contra él, sus dedos y su polla la estaban volviendo a calentar a pasos agigantados. Llevó las manos hasta el pecho descubierto del vampiro y le pellizcó los pezones, haciéndolo gemir, le pasó los brazos por el cuello y se abrazó a él, mordiendo y lamiéndole los labios. Drácula respondió al ataque bombeando más fuerte, más profundo. Su pulgar se deslizó más rápido sobre el clítoris.
Luka sintió que los espasmos de placer volvían, comprimiendo su vagina, haciendo que temblara cada uno de sus músculos. Él lo percibió y embistió ferozmente, ella jadeó, él rugió, ella comprimió su polla con los músculos vaginales a la vez que el orgasmo la hacia gritar. Él aulló.
Se quedaron relajados, casi dormidos, en la parte trasera del Kia Carnival, los corazones recobrando poco a poco su ritmo. Él pesaba bastante así que ella le empujó, el sonrió y se levantó sobre sus codos. Luego se inclinó hacia el suelo del coche y rescató de sus pantalones un paquete de tabaco. Sacó un cigarrillo y se lo ofreció. Ella aceptó y, como en las películas, los dos amantes fumaron un cigarro relajados.
–Es tarde –dijo Luka una vez terminado el ritual.
–¿Tienes prisa?
–Sí –mintió ella–, mañana tengo que levantarme temprano.
–Bien. Te acerco –dijo él comenzando a vestirse.
–¿Me acercas? ¿A dónde? –preguntó Luka entre las brumas del sueño.
–A tu casa... a no ser que prefieras venir a la mía.
–Eh, no, no hace falta que me acerques a casa, vivo... –se paró de golpe. A él le importaba un pimiento dónde vivía, de hecho es que no se lo pensaba decir. Bastante peligroso era follar con un desconocido en mitad de un descampado en un coche como para encima decirle dónde vivía. Debía de haberse vuelto loca... sí, de pasión.
–Vives... –dijo el instándola a acabar la frase. Si no recordaba mal la conversación del aseo de caballeros de la gasolinera, ella supuestamente vivía al lado del centro Cívico.
–Vivo lejos, y no tienes por qué perder el tiempo llevándome.
–¿Qué más da? No pierdo el tiempo, te lo aseguro, estoy encantado con tu compañía –dijo guiñándole un ojo, dándose perfecta cuenta de la mentira, pero sin demostrarlo.
–Esto... pero es que vivo súper lejos, buff, ni te lo imaginas... Lejísimos... –contestó Luka dramatizando ligeramente, apenas...
–¿Sí? ¿Cómo de lejos? –dijo enarcando divertido una ceja.
–¿Cómo de lejos? Eh, mmh. Hasta el infinito y más allá.
–Entendido –dijo él soltando una carcajada–, no quieres que te lleve.
–Acertaste. Además, ya sabes la leyenda, el Conde Drácula no puede entrar en tu casa si no le invitas... y, compréndelo... no invitaría a Drácula a mi casa, me puede dejar sin sangre... –comentó divertida, pero diciendo sinceramente lo que pensaba.
–Muy inteligente. Yo tampoco dejaría entrar a un Drácula desconocido en casa... aunque no se puede decir que seamos desconocidos.
–Mmh, llévame a la parada de taxis, a partir de ahí me ocupo yo –dijo cambiado de tema con rapidez.
Ahora que el calentón había desaparecido, la razón estaba instalándose en su cerebro gritándola “Luka la loca, sal de ahí pitando”, suspiró y pensó a toda velocidad, la parada de taxis estaba muy cerca de su casa, cogería uno para despistar y listo.
–Perfecto, dime cómo llego.
–Sal del parking y toma la carretera, luego la primera a la derecha.
–Perfecto. ¿Cómo te llamas?
–Luka. Ahora, toma esa calle, a la derecha.
–¿Luka? ¿Por Luke Skywalker? –intuyó él claramente divertido
–¡No! Luka de Pilar. ¿Ves la RENFE?, pues ahí mismo está la parada de taxis.
–¿Luka de Pilar? –Aparcó en doble fila al lado de un taxi.
–Sí, Pilar, Pili, Piluca, Luka.
–Joder, qué rebuscado. ¿Por qué no lo dejaste en Pili?
–¿Te acuerdas de R2D2?
–Sí –respondió extrañado. ¿Adónde quería llegar?
–Pues R2D2 es Pili. Mi mejor amiga. Yo soy Luka.
–Entiendo –dijo riendo.
–Bueno, aquí nos despedimos. Ha sido un placer. –Y eso sí que no era un eufemismo.
–El placer ha sido mío –sonrió pensativo–. Dame tu móvil. Te llamaré.
–No.
–¿Por qué no?
–Si te doy mi móvil estaré esperando una llamada y si no llamas me sentiré fatal.
–¿Así que no me das tu número, por si no llamo? Eso es una incongruencia.
–Ya lo sé. Pero prefiero saber de antemano que no me puedes llamar porque no tienes mi móvil, a que no me llames aunque lo tengas –dijo ella. Lo cierto es que aborrecía los teléfonos, los odiaba con todas sus fuerzas, cuando un teléfono sonaba sólo significaba broncas y excusas, enfados y gritos.
–Perfecto. Pues entonces dame tu e-mail. Así no esperarás una llamada.
–Es lo mismo.
–No, no lo es. Esperar una llamada telefónica lleva asociada una rutina, una leyenda negra de las citas. Pero los correos no los esperas, los miras a menudo, para mirar mensajes chorras, para hablar con tus amigas y para trabajar con ellos. Si te llega un e-mail mío, será una sorpresa y si no te llega, entonces habremos inaugurado una nueva leyenda negra en la historia de las citas fallidas. En vez de teléfonos que no suenan, correos que no llegan.
–Eso es una tontería.
–Puede ser, pero no te cuesta nada. Dame tu dirección de correo –dijo él acercándose a ella y comenzando a besarla–, vamos. No te cuesta nada –le lamió lentamente los labios, se los separó con la lengua y comenzó a mordisqueárselos–, venga.
–Bien, vale –dijo ella separándose, porque tal cual iban, se veía otra vez en las obras–: C3PO@gmail.com –dijo al salir del coche y acercándose a un taxi. Él la siguió.
–¿Cómo lo escribo? ¿Todo letras o con el número?
–Búscate la vida –contestó riendo a la vez que se montaba en el taxi. Drácula sujetó la puerta antes de que se cerrara.
–Lleve a la señorita donde le diga –dijo dándole al taxista un billete de cincuenta euros– y quédese con la propina–. Drácula casi estaba seguro de que ella vivía cerca, muy cerca, si el taxista se llevaba una buena propina quizá hiciera caso omiso del coche que pensaba seguirle...
–¡Eh! No hace falta que me pagues la carrera –dijo ella desde su asiento.
–Permítemelo, por favor. Es lo mínimo que puedo hacer ya que no me dejas llevarte a casa –dijo lanzándola un beso.
El taxista puso en marcha el taxi y se fue. Drácula se montó en el Kia, arrancó y esperó a ver qué dirección llevaba el taxista, luego le siguió a distancia. Como suponía, ella vivía cerca, tan cerca que el taxista solo tuvo que pasar la RENFE, cruzar la calle y parar de nuevo. Desde el coche Drácula la vio meterse en el portal. Sonrió para sí mismo. Mañana le mandaría un mensaje por e-mail. No pensaba dejar que una chica divertida y apasionada se le escapara de las manos si podía evitarlo. Quién le iba a decir que aquella equilibrista de la gasolinera iba a ser una mujer hermosa, sensual y muy, muy divertida. El mundo estaba lleno de sorpresas.




Escrito y facilitado por: Adala Cyrene

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